martes, 2 de febrero de 2010

ETAPAS DE MAYO DE 1810 Y ANTINOMIAS.

En toda revolución político-social, podemos registrar etapas o fases. En las dos primeras, es decir, en la enciclopédica – dónde se fija el modelo o paradigma- y en la segunda, la toma del poder, existe una cohesión casi total, entre el grupo de pertenencia revolucionaria. No así, en la tercera y cuarta etapa, dónde los aspectos doctrinarios e institucionales respectivamente, comienzan a actuar.


Y nuestra revolución, surgida más por la imposición del momento- circunstancias cambiantes dentro de una compleja trama política y militar-, como diría la prestigiosa historiadora Noemí Goldman, vino también a cumplir esta especie de mecanismo.

¿Cuál fue el escenario dónde se produce uno de los dilemas más profundos y controvertidos de nuestra historia: intemperancia o moderación?:

1. El funcionamiento efectivo de una autonomía local, pero a su vez afirmando fidelidad y obediencia al rey de España…

2. Invitación a representantes de Cabildos del interior, para conformar un congreso constituyente, a la vez que los convocaba para integrar la Junta revolucionaria…



Este fue el nudo por el cual surge un Moreno y un Saavedra. Uno inspirado en lecturas de otras revoluciones, como la francesa y un Saavedra, moderado, con una amplia base en las milicias populares. Uno, Moreno, la teorización en base a lecturas europeas, especialmente el contrato social de Rousseau. Un ideólogo. A más el “poder detrás del trono”. El otro, Saavedra, pragmático, conocer del nervio de la población. Un conductor. Estas posturas, existenciales, dibujarían tendencias a lo largo y a lo ancho de la historia.

Podríamos llegar a afirmar, que en estas primeras etapas, la especificidad de la revolución, tuvo que ver con éste dilema. El conocido incidente del pastel con forma de corona, para Saavedra, y que desembocó en el famoso “ni ebrio, ni dormido” de Moreno, con respecto a algunas tentaciones monárquicas, ciertas o no, y a la forma de la población de categorizar a un admirado como Saavedra, dan a entender el fragor de aquellos días. Días de cambio, de choques, de tensiones, de culturas dispares.

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